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«Debemos aplicar más matemática al Trabajo Social si queremos evolucionar».

Emprender en Trabajo Social


AQUÍ HAY EMPLEO Y EMPRENDIMIENTO EN TRABAJO SOCIAL

No he tenido aliento ni motivación para escribir en los últimos meses sobre Emprender en Trabajo Social. Cuando encontraba un tema que me interesaba, al indagar, otros ya lo habían hecho antes. Con eso de que últimamente vivo aplicando la mayor filosofía minimalista posible, pensaba: «si no tengo valor que añadir, para qué producir».

Total que no es que esté convencida de que este tema sí vaya a aportar, pero para mí, ponerle nombre a lo que nos aleja de evolucionar ha sido toda una revelación, porque como buena minimalista también me he obsesionado por medir la utilidad de prácticamente todo. Y es que…

«Lo que no se mide no se puede mejorar»


Algoritmo-Google

 

En una ocasión leí que la profesión del Trabajo Social es la ingeniería de las emociones, pero nunca me he sentido identificada con ello, es lo más aproximado que encontré para hacer justicia al título de esta entrada, pero no voy por ahí. Esta entrada no es una cuestión conceptual, es más bien lo contrario, es la realidad práctica, la cuantitativa, la de cómo pasar a la acción con los números claros.

Y por primera vez, no me refiero únicamente al ámbito de Emprender en el Trabajo Social desde la iniciativa privada, que también es importante, sino desde los servicios sociales públicos, desde los recursos sociales públicos. Ya me atrevo hablar de esto, ahora que ya llevo unos años trabajado como personal externo para varios servicios sociales generales.

Subrayo que no quiero generalizar, no todos realizan tan precaria función – me refiero a la de no marcar objetivos, no supervisar resultados, y no controlar al personal, luego me extiendo -, influye de forma considerable el territorio, en mi caso la Comunidad Valenciana. Estoy segura que se hacen estragos por mejorar la situación de Bienestar Social, pero «debemos aplicar más matemática al Trabajo Social si queremos evolucionar», es decir, sino aplicamos más ciencia no podremos defender las necesidades de base, ni para mejorar la financiación, ni para que socialmente se reconozca la labor de los equipos, ni para introducir la innovación adecuada.

Quiero señalar algunas de las causas que me han empujado a escribir sobre este tema, y que me han hecho llegar a la conclusión de que o empezamos aplicar más métricas a la gestión social, o no podremos demostrar su razón de ser.

¿Por qué el ámbito privado invierte en valoración de riesgos, medición de resultados, prevención, captación del talento, estructura de objetivos, y el ámbito público ni se lo plantea? ¿Estoy loca por pensar que las organizaciones privadas son las que sí saben optimizar recursos, y que deberíamos copiar sus modelos? Quizá estoy traumatizada tras sufrir el derroche de recursos en la gestión pública de servicios sociales.

Ya la he liado, ¿no?. No os adelantéis, no en todos los servicios sociales ocurre, pero sí para los que he trabajado, y sigo trabajando, y también en muchos donde compañeras con experiencia en gestión social, incluso fuera de la provincia o el país, se ponen las manos en la cabeza por la escasez de supervisión.

Es posible que lo desconozca pero, ¿puede alguien compartir conmigo alguna experiencia en la que se haya medido la satisfacción de las personas usuarias de servicios sociales?, ¿No se debe medir la satisfacción de nuestros clientes? Cuidado no vaya a ser que seamos la propia profesión quien infravalora a nuestro público objetivo.

Es que lo digo porque todas las cuestiones que planteaba anteriormente sobre el establecimiento de objetivos, estrategias, medición de resultados… pierden sentido si se deciden a golpe de partido político y capacidad presupuestaria, o «sensaciones» de un departamento o responsable de coordinación de servicio.

Recojo algunos escenarios:

  • No hay supervisión: aquí nadie nos revisa, ¿Cuántos casos debe atender un/a Trabajador/a Social al día? Es una métrica que determinaría: calidad en la atención, cuidado al profesional, actualización de expedientes en tiempo y forma, etc.

 

  • No hay dinero: ¿Por qué no se demuestra que se necesita?. ¿Qué recogen las memorias anuales?, ¿A quién van dirigidas?, ¿Por qué no se defienden con una buena exposición estética, ética, y pública?, ¿Por qué no se informa a la ciudadanía de estos datos? Nada afronta más que tener que dar explicaciones a quien te vota.

 

  • No hay inversión en investigación: el diagnóstico social, herramienta absolutamente imprescindible en el Trabajo Social ha pasado a mejor vida. Se sigue dando cobertura a programas puramente asistencialistas.

 

  • No se presupuesta con realismo: sin hacer trabajo de campo, y sí haciendo mucho caso a tendencias normativas venideras de esa Europa con un sistema de bienestar social «ideal» y alejado a nuestra realidad de campo, a nuestra realidad inmediata, local, comunitaria. “Ahora el problema social es el SIDA, ahora la VIOLENCIA DE GÉNERO, ahora los REFUGIADOS…”.

 

  • No adecuación de espacios físicos: puede parecer una tontería, pero hay relevantes estudios de la importancia de la adecuación de los espacios físicos para el trabajo en red, o el trabajo de colaboración, características propias del trabajo de los servicios sociales. En ocasiones, la construcción injustificada de edificios públicos obliga a una ocupación no adecuada, que pervierte la coordinación eficaz, la confidencialidad del caso. ¿A alguien le suena lo de compartir despacho de atención directa con otra profesional? ¿O que en un mismo edificio convivan áreas no vinculadas?

 

  • Herramientas de trabajo no actualizadas: para personal externo (ni interno). Os cuento un caso: se realiza el proceso de contratación pública de un servicio complementario, extra, puntual. Tras el largo y denso proceso que eso significa a nivel burocrático entre otras cuestiones, después de haber presentado tu propuesta de trabajo, aprobado el proyecto, y aceptado por el nivel político y económico de esa determinada administración, llegas el primer día para ponerte cuanto antes a la faena, y ni si quiera se tienen las herramientas básicas preparadas: ordenadores desfasados o insuficientes, altas en internet rudimentarias que pueden alargarse hasta dos meses, despachos compartidos o espacios de atención no adecuados, y lo más importante, primera noticia para el resto de el equipo de Servicios Sociales que se incorpora un nuevo servicio, y ni si quiera te espera la persona responsable de la coordinación. Ni preguntes por expedientes, o la gestión de citas, o el teléfono, porque es posible que pongas en apuros a más de uno.

 

  • Registro de la Información: acceder a leer las memorias de los últimos ejercicios es misión imposible, es una información que no se comparte con el personal base, expedientes en papel indescifrables, no puesta en práctica ni sociogramas, ni ninguna otro método de registro de entrevista. Ojo con la capacidad para elaborar Informes Sociales.

 

  • Posibilidad de optar a funciones de coordinación y gestión sin ningún tipo de prueba de nivel: podemos ser muy buenos/as profesionales de las relaciones de ayuda y la intervención individual, familiar, comunitaria, pero las habilidades y competencias organizacionales, de liderazgo, de negociación, planificación, y previsión, que requiere ocupar un puesto de coordinador/a de servicios sociales no deberían tener que ver ni con una plaza fija, ni con años de experiencia en la atención directa, que sí, obviamente debes conocer, pero si eres líder, sabrás rodearte de los/as mejores profesionales que te propondrán qué servicios y áreas defender para conseguir un mejor presupuesto, un año más de proyecto. Serán tu herramienta de diagnóstico, y delegarás la intervención para ocuparte principalmente del rendimiento del equipo, y la satisfacción de las personas usuarias.

 

Espero haberme explicado, son escenarios reales, vividos y compartidos por otras compañeras de Trabajo Social. Al releerlo me ha sonado algo abstracto, pero si tengo que detenerme en algún punto lo haré. También si ofendo me disculparé, y por supuesto, espero que me proporcionéis información sobre estudios de medición de impacto social de los servicios sociales o métricas sobre programas de bienestar social.

Quería comentar que hace unos días leí un post muy interesante, muy bien escrito, y que me inspiró a publicar lo que tenemos entre manos, os paso enlace: http://agorats.com/pueden-apagar-la-camara-oculta-los-viernes-en-servicios-sociales-gracias/

Me viene al hilo compartirlo porque por supuesto el sistema de Bienestar Social también sufre la falta de engrase de diferentes administraciones, y que a nivel local, los Ayuntamientos se resienten de este óxido que nos deja en muchas ocasiones con poco margen de maniobra para mejorar.

Mejorar sería, y ahora me aclaro la voz para dirigirme concretamente a nuestra Vicepresidenta y Consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas. Secretaria y Portavoz del Consell Honorable Sra. MÓNICA OLTRA JARQUE de la Generalitat Valenciana – mejorar sería invertir en diagnóstico social, innovación social, e intraemprendimiento social.

Mejorar sería pasearse por los servicios sociales. – «Honorable, hágalo como usuaria de los servicios sociales. Usted y sus compañeros/as».

Mejorar sería supervisar la formación, la creatividad, la capacidad de optimización, y la motivación de los equipos. Debería usted evaluar las sillas demasiado calientes y obsoletas.

Mejorar sería por supuesto, defender el sistema público de Bienestar Social y pelear por el respeto de las políticas, (me consta que lo hace), pero también aplicar más matemática para mejorar las herramientas encargadas del cómo, de pasarlas a la acción. ¡Déjense de corporativismos, de amiguismos, pregúntenle a las personas usuarias!

Busquen y encuentren líderes para lidiar con el durísimo trabajo que hay en los Servicios Sociales, midan, inviertan en auditorías sociales, e incomoden.

Joder “debemos aplicar más matemática al Trabajo Social si queremos evolucionar” hagan estadística, comparativas, organice reuniones de evaluación con su equipo, motívelos.

Sueño con que la próxima vez que llame a los Servicios Sociales y pregunte por un/a compañero/a de profesión para derivar o coordinar por algún caso, me conteste como mínimo con ganas de trabajar.

Imagino a mis clientes o compañeras de equipo llamándome y contestándole como la última vez me lo hicieron a mí:

-Servicios Sociales de EEE.

– Hola, pregunto por la trabajadora social XXX, soy ZZZ la trabajadora social de MMM, quería comentarle un tema urgente sobre un caso que me ha llegado y que antes llevaba ella.

– Pues le dejaré el recado, porque ahora mismo no se encuentra.

– ¿Podría decirme cuándo puedo localizarla?

-Ya la llamará ella.

            …Sigo esperando la llamada. Prometo que no llame en viernes.

 

 

 

 

 

5 comentarios en “«Debemos aplicar más matemática al Trabajo Social si queremos evolucionar».”

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